Si Valencia y Alicante adoptan las medidas pertinentes los aeropuertos valencianos pueden tener un incremento de viajeros espectacular. Al menos así se deduce de un estudio de las universidades de Zaragoza. Lleida y Castilla-La Mancha que reconoce que la enorme potencialidad de los aeropuertos de Valencia y Alicante.

Según el informe presentado ayer, Manises y El Altet se encuentran entre los aeropuertos que más podrían aumentar su número de pasajeros adoptando medidas de mayor eficacia interna y de más aprovechamiento por parte de su entorno geográfico. En concreto se estima que Alicante puede pasar de los casi nueve millones actuales a once, y Valencia crecería de sus cinco de este año pasado hasta los ocho millones.

Para lograr estos espectaculares crecimientos ambos aeropuertos tendrían que trabajar en dos sentidos. Para empezar deben mejorar los actuales ratios de eficiencia, aceptables pero alejados de los de los mayores aeropuertos nacionales. En segundo lugar, tienen que desarrollar su potencial estratégico a través de un plan que aproveche las peculiaridades de su área de influencia. Se recomienda, por ejemplo, crear servicios y actividades complementarios, aumentar la interconectividad de transportes, atraer líneas de bajo coste, dar entrada en el mercado a otros operadores, aprovechar el entorno del aeropuerto para actividades relacionadas con la aeronáutica y aumentar el uso de nuevas tecnologías.

A juicio de Angel Pueyo Campos, de la Universidad de Zaragoza y uno de los autores del estudio, la celebración de eventos de gran atractivo, «como los que se han venido celebrando en Valencia últimamente facilita tremendamente la labor para incrementar el mercado de viajeros». Desde su perspectiva, las condiciones geográficas y de otras características de las que goza la Comunitat hace que la proyección de posible crecimiento sea mucho mayor que en otros aeropuertos. El componente turístico supone un factor muy relevante para empujar el crecimiento de los aeródromos. Pero, Pueyo advierte de que hay que tener en consideración también que la actividad turística es muy sensible a algunas variables de difícil control, como el precio del petróleo, la previsible guerra entre las compañías de bajo coste o la degradación medioambiental que puede hacer menos atractivo el destino.

Fuente: Las Provincias

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